Amistad: “Relación afectiva entre dos personas”.
Amigos: “Que tiene amistad”.
La amistad es algo que nos rodea desde el momento en que
comenzamos a tener uno de razón. Por ello, me parece injusto que buena parte de
tu vida se pueda llegar a resumir en unas pocas palabras de una definición de
algún diccionario. Eso sería reducir tu existencia a migajas tan
insignificantes que harían perder el sentido del mundo.
Cuando eres pequeño defines la amistad de una forma un tanto
absurda, incluso materialista. “Fulanito es mi amigo porque me invita a
merendar”. Es estúpido pero comprensible. Los niños no tienen, o no deberían
tener, problemas más allá del cromo que le falta de la colección de moda. Si es
así… ¿Para qué pensar en algo más que pasárselo bien con la pelota de fútbol de
tu amigo?
Pero todo eso cambia en el momento que encuentras a aquella
persona que te hace plantear tu existencia más allá de unas pegatinas en un
álbum. Como a mí, creo que a todo el mundo le llega ese instante en el que una
simple mirada hace que sepas que aquella persona es especial, que es algo más
que un amigo… Pero con el paso del tiempo te das cuenta que no. Sigue siendo
una simple persona que, para ti y en ese preciso instante, era tu amigo
especial. Un amigo que, en esa época, pensabas que seguiría siendo toda la
vida. Incluso cuando tu cuerpo no pueda seguir sin la ayuda de una muleta. Para
ti esa persona era eso y mucho más.
Y no digo que no pueda pasar, pero, al igual que la vida,
esas amistades pueden cambiar. Tus cimientos pueden cambiar y las estructuras
de tu mente pueden cambiar de tal manera que ni tu pensabas que pudiese llegar
a pasar.
Para mí la amistad son dos pares de cordones de zapatillas
atadas. Sí, los cordones de tus zapatillas y los de las de tu amigo.
De pequeño, cuando encuentras a tu amigo especial, a tu
mejor amigo, se unen los cordones de las zapatillas de ambos para, gracias a
eso, poder caminar hacia el mismo sentido. Unos cordones invisibles que te
hacen recorrer el mismo camino, aunque la distancia esté entre vosotros. Mismas
direcciones, mismas decisiones… En definitiva, mismos destinos. Dos
personalidades diferentes que se convierten en una sólo. Única. Especial. Una
personalidad formada por dos corazones.
Pero, ¿Qué pasa cuando creces, evolucionas y una pizca de
madurez aparece en frente de tus ojos llamándote desesperadamente? Bajo mi
punto de vista, hay dos únicas opciones.
En primer lugar puede suceder lo que todos queremos que
suceda. Los caminos se alejan, las decisiones son diferentes… y la cuerda que
une nuestras prendas de vestir, nuestras vidas, cada vez resiste más y más
peso. Tanto que acaba convirtiéndose en una goma elástica indestructible.
Pueden pasar tormentas, huracanes o ciclones y siempre se mantendrá viva. Es la
llama verdadera de la amistad. Una llama que nunca se apaga, por mucho camino
que recorras en sentidos diferentes, paralelos o opuestos. Una cuerda elástica
que siempre se encogerá cuando una de las zapatillas se tropiece y necesite la
ayuda de la otra para volver a ponerse en pie. Una goma que te ayudará a
estabilizarte cuando notes que tu cuerpo, tu corazón y tu mente se
desestabilizan hasta el punto de querer romperse.
En segundo lugar puede ocurrir aquello que jamás pensamos
que pueda pasar cuando somos unos críos compartiendo cromos. El cordón de tu
zapatilla habla con la madurez que tienes delante de ti y se alía con ella para
crear un ejército invencible. Pero sólo sucede de la tuya. El otro extremo se
empeña en descansar en el hogar de Peter pan, haciendo caso omiso a los años
que pasan. Desobedeciendo al ritmo de vida que la sociedad marca. Infringiendo
las leyes de su propio reloj interno. Aquí es cuando notas que te cuesta
caminar, que tu pie izquierdo se niega a avanzar sin su gemelo, que tu pie
derecho intenta tirar del suyo sin éxito. Y al final… Al final la cordura
aparece para cortar el vínculo que impide que tus alas despeguen de tu cuerpo.
Amistades perdidas por culpa de la cordura, de la madurez y
de la evolución. Duelen hasta el momento que aceptas que la fantasía que
creaste de pequeño sólo era eso. Una fantasía más.
Personalmente me quedo con aquellas amistades que nunca
están presentes, pero siempre permanecen a tu lado. Cuando la distancia
recorrida piensas que es demasiada, que son muchos quilómetros de cuerda
elástica… que se romperá. Pero al final siempre vuelve cuando te tropiezas,
cuando tu alma se niega a seguir. Es ahí cuando aparece la amistad. La amistad
que siempre hace que tu ave fénix reaparezca con fuerza. Hasta el final.